SUMARIO: 1. Primeras irrupciones aisladas desde 1611 hasta 1627.-2. Venida de Céspedes por Gobernador del Paraguay.-3. Irrupciones desastrosas en el Guayrá de 1628 a 1630.-4. Transmigración de las reducciones en 1631.-5. Nuevas irrupciones de los paulistas en 1636 y 1638.-6. El P. Díaz Taño es enviado a Roma, y el P. Montoya a Madrid, para pedir favor al Papa y al Rey contra los paulistas.-7. El P. Díaz Taño vuelve al Brasil con los despachos obtenidos de Urbano VIII. Tumulto terrible en Río Janeiro, luego que son conocidos, en 1640.-8. El P. Montoya obtiene del Rey el dar armas de fuego a los indios.-9. Los indios guaraníes, armados con arcabuces, vencen a los paulistas en 1641, y se defienden sin miedo en adelante.FUENTES CONTEMPORÁNEAS: 1. Paraquaria. Epistolae Generalium.-2. Litterae annuae. - 3. Mon- toya, Conquista espiritual.-4. Documentos del Archivo de Indias.-5. Documentos de la Biblio-teca Nacional de Río Janeiro.
1. La ciudad de San Paulo es ahora una de las más importantes del Brasil. Por la grandeza de su población, por la fertilidad de su territorio, por la salubridad de su clima, mucho más fresco y agra- dable de lo que pudiera creerse, atendida su latitud; por la industria que se ha desarrollado en su seno, por el comercio activo que ha es- tablecido con otras grandes capitales, la antigua colonia, mirada al- gún tiempo como refugio de bandidos, es ahora considerada como una de las ciudades más prósperas de la América meridional. Hace trescientos años presentaba esta población un aspecto bastante dis- tinto. Fundada en la primera mitad del siglo XVI, habíanse esta- blecido allí primeramente colonos portugueses. Después habían concurrido poco a poco varios aventureros españoles e italianos, atraídos ciertamente por la fertilidad de la tierra, pero todavía más por la impunidad que esperaban para sus crímenes en aquella ciu- dad, algo retirada entonces de las autoridades supremas del Brasil.
Era uso corriente y como tradicional en las colonias portuguesas fundadas en América a orillas del Atlántico, internarse de tiempo en tiempo hacia el Occidente, atravesando los vastísimos bosques de aquellos países, para cautivar los indios y coger los objetos pre- ciosos que pudieran serles de alguna utilidad. Los colonos de San Paulo ejercitaron tal vez más que otros estas empresas, llamadas ma- locas, y se refiere de ellos que las hacían por espacio de meses y a veces de varios años.
De aquí resultó un fenómeno etnográfico que no sabemos que se cuente de otras colonias europeas. Cuando vol- vían de sus malocas, que habían durado cuatro, seis o más años, traían no solamente indios cautivos y otras riquezas del suelo, sino tam- bién algunos hijos, que habían tenido en las indias cautivadas du- rante aquellas expediciones aventureras. A estos muchachos, traídos de los bosques, los llamaban en San Paulo mamalucos, esto es, hijos habidos durante las malocas. De aquí, cqn mudar solamente una letra, vino a aplicarse a esta gente el nombre de la tan conocida milicia de Egipto, que, seguramente, nada tuvo que ver con los habitantes de San Paulo. El P. Charlevoix y otros autores de la Compañía suelen llamar mamelucos a los colonos portugueses que invadieron las reducciones del Paraguay. Nosotros prescindiremos de este mote caprichoso, y llamaremos sencillamente paulistas a los invasores de los pueblos cristianos fundados por los jesuítas españoles.
La primera irrupción de los paulistas en las cristiandades funda- das por nuestros Padres se remonta al año 1611. Nos da noticia de este hecho el capitán Antonio de Añasco, que procuró resistir en cuanto alcanzaron sus fuerzas al brío de los invasores y arrebatarles la presa. Escribiendo al Gobernador del Paraguay, Diego Marín, dice que en 21 de Octubre le llegó nueva de que gran número de portu- gueses, originarios de San Paulo, avanzaban por el camino que treinta años antes había seguido Jerónimo Leitón en sus malocas por el Brasil. Salió al instante con 25 soldados españoles a la aldea de Paranambaré, y halló el pueblo robado por los paulistas, quienes se habían llevado a los indios, diciendo que deseaban colocarlos en ciertas aldeas que tenían los jesuítas portugueses en tierra del Brasil. Siguiendo el rastro de los invasores, pudo alcanzar al capitán Pedro Báez de Barrios, a quien arrebató varios caciques tupíes que le acom- pañaban, metiendo a dos de ellos en collera. Otro grupo de 25 pau- listas se dispersó al oir que les perseguían soldados españoles. Con- cluye el capitán representando que Su Señoría el Gobernador y el P. Provincial del Paraguay deberían escribir al Gobernador de San Paulo y a los Padres portugueses, phra que impidan estas invasiones de los paulistas en jurisdicción de los castellanos, y para que no perturben a los indios del Paraguay, pues si quieren ser cristianos, ya tienen en su tierra reducciones fundadas por Padres de la Compañía (1).(1) Arch. de Indias, 74-6-21. [p. 542, 543]
Não conseguiu chegar a Sebastián Prieto, que estava 60 léguas à sua frente, mas alcançou muitos dos índios que o seguiram e fez com que cerca de 300 deles voltassem a Guayrá. [História da Companhia de Jesus na assistência da Espanha vol. 5, 1916. Antonio Astrain. Página 544]
História da Companhia de Jesus na assistência da Espanha vol. 5 Data: 01/01/1916 Créditos/Fonte: Antonio Astrain Página 542
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História da Companhia de Jesus na assistência da Espanha vol. 5 Data: 01/01/1916 Créditos/Fonte: Antonio Astrain Página 543
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História da Companhia de Jesus na assistência da Espanha vol. 5 Data: 01/01/1916 Créditos/Fonte: Antonio Astrain Página 544
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Historia de la Compañía de Jesús en la asistencia de España, vol. 5 Data: 01/01/1916 Página 545
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História da Companhia de Jesus na assistência da Espanha vol. 5 Data: 01/01/1916 Créditos/Fonte: Antonio Astrain Página 622
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