Coleccion de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Rio de La Plata, T. III
1836 Atualizado em 19/07/2025 02:14:26
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Coleccion de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Rio de La Plata, T. IIIDescripción geografica y estadistica de la Provincia de Santa Cruz de la SierraAuthor/Contributor: Viedma, Francisco de, 1737-1809Angelis, Pedro de, 1784-1859Date: 1836Description: O índice geral da coleção foi microfilmado à frente de cada tomo33 cm.Encadernado com outras obras, com o título da lombada e página de rosto do volume: Coleccion de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Rio de La Plata , T. III
IdiomaVigilarEditarEsta página ha sido corregida54VIAGECristoval Rieser, corredor de los fucares en Sevilla, una carta de Sebastian Nidhart, que me escribia en nombre de mi hermano Tomas Schmidel, encargándome que procurase volver á mi patria.CAPITULO LI.Pide licencia el autor, y bajando por el rio Paraguay, sube por el Paraná.Llevé luego la carta al general, y le pedí licencia para el viage. Al principio la reusaba; y habiéndole referido mis largos trabajos y molestos servicios, y la fidelidad continua con que los habia ejecutado en el servicio del Rey, y que en todo este tiempo considerase cuantos peligros y miserias haba sufrido, y cuantas veces puse la vida por el mismo general, sin haberle dejado jamas, me dió licencia con mucho honor, y cartas para el Rey: en que, despues de dar cuenta de todas las provincias del Rio de la Plata, ponderaba lo que yo habia servido en ellas. Habiendo llegado á Sevilla, entregué yo mismo estas cartas al Rey, y le hice relacion de todas estas regiones, y sus circunstancias, lo mas fielmente que pude.Prevenido para mi viage, me despedí del general y de mis compañeros: tomé veinte indios Cários, para que me llevasen mi ropa y otras cosas, que de muchas mas habria necesidad en tan largo camino. Ocho dias antes de partir, vino uno del Brasil, diciendo habia llegado navio de Lisboa, que era de Juan Helsen, mercader de Lisboa, y Erasmo Schetzen, corredor de Amberes: y por no perder esta ocasion, partí de la Asumpcion con mis veinte indios, en dos canoas, por el Rio de la Plata, el dia de San Estevan, á 26 de Diciembre de 1552: y al cabo de 46 leguas, llegamos al pueblo Suberic Sabaye,[1] en el cual se nos juntaron otros cuatro españoles, con dos portugueses que se iban sin licencia del general.Anduvimos 15 leguas, y llegamos al pueblo de Gaberetho; despues fuimos á 16 leguas á otro, llamado Barotio, desde el cual, en nueve dias, nos pusimos en Berede, pueblo que dista del antecedente 54 leguas. Estuvimos dos dias en él, tomando bastimentos, y reconociendo las canoas, porque habiamos de subir por el rio Paraná, Por la distancia, corresponde á la boca del Tebicuarí.—El editor.[p. 54]
Careiseba; y aunque no teniamos necesidad de bastimento, y con el que habia podíamos pasar adelante, no quisieron dos de nuestros compañeros, y se fueron al pueblo contra nuestro consejo: donde apenas entraron, fueron muertos y comidos de los indios. Acercáronse despues á nosotros 50 vestidos de cristianos, y á treinta pasos nos hablaron. Guardan los indios esta costumbre, que quedandose algo lejos del contrario, si habla con él no se presume que piensa cosa buena. Viendo estas malas señales, tomamos las armas lo mejor que pudimos, y les preguntamos ¿donde estaban nuestros compañeros?—Respondieron que estaban en su pueblo, y que nos rogaban fuesemos á él: pero conociendo su engaño, lo escusamos. Dierónnos una rociada de flechas, y se volvieron en breve á su pueblo, de donde salieron 6,000 contra nosotros. Hallábamonos sin mas defensa que un bosque al lado, cuatro arcabuces y 20 indios Cários, que traia yo de la Asumpcion; y con tan poca fuerza nos mantuvimos cuatro dias contra ellos. Disparábannos muchas flechas, y considerando era vana la resistencia, á la cuarta noche nos emboscamos sin comida y con muchos indios que nos perseguian. Sucediónos lo que dice el refran:—la multitud de los perros es la muerte de las liebres.Ocho dias continuos anduvimos vagando por los bosques: de suerte que, aunque he peregrinado tanto en toda mi vida, nunca he tenido camino mas áspero, molesto y desazonado. Manteniámonos con miel y raices, y no nos deteniamos á cazar algunas fieras, porque los indios no nos alcansasen.En fin llegamos á la nacion Biesaie, donde estuvimos cuatro dias, y nos proveimos de lo que habiamos menester, sin atrevernos á llegar al pueblo, por ser tan pocos.En esta nacion está el rio Urquá, en que vimos culebras, llamadas en español Schebe Eyba Tuescha,[1] de diez pasos de largo y cuatro palmo de ancho. Hacen estas serpientes mucho daño, porque si se baña un hombre en aquel rio, ó quiere pasarle nadando algun animal, la serpiente envuelve en la cola al hombre ó al animal, y le mete debajo del agua y se lo come: por esto siempre andan con la cabeza fuera del agua, mirando si pasa algun hombre ó animal que poder llevarse.Desde aquí anduvimos en un mes 100 leguas, hasta dar en Este nombre dá la medida del ningun conocimiento que tenia del castellano este escritor, y hasta que punto estropeaba los nombres por su ortográfia.—El editor. [p. ]
Scheverveba, pueblo en que descansamos tres dias; pero tan descaidos y flacos del viage y falta de comida, que nunca teniamos en abundancia sino miel. Y luego empezamos á enfermar, perdidas todas las fuerzas con los largos y peligrosos viages hechos con gran pobreza y miseria; y lo mas principal, sin comida conveniente á la naturaleza, ni camas en que descanzar, porque las que llevábamos á cuestas, como saben todos, eran de algodon, tegidas como red, de cuatro ó cinco libras de peso; y para dormir las atabamos á dos árboles, y echándose se descansa en el campo: que es mas seguro cuando caminan pocos cristianos en Indias, que en las casas y pueblos de los indios.
Desde allí fuimos hasta un pueblo de cristianos que tenia yo por cuevas de ladrones. Era su capitan Juan Reinville, que entonces estaba ausente, sin duda por nuestro bien, en el pueblo de San Vicente, con otros cristianos para cumplir ciertos ajustes que habian hecho. Estos indios, (con los cuales habitan 800 cristianos en dos pueblos), están sugetos al rey de Portugal, pero debajo del poder de Juan de Reinville, que era muy obedecido, porque habia estado en Indias 40 años de gobernador, hecho guerra, y pacificado la provincia; y juzgaba que nadie mejor que él merecia el gobierno. Y porque no se le daba siempre, armaba guerras y juntaba en un dia 5,000 indios de guerra, y el Rey de Portugal no podia juntar 2,000. ¡¡tanta era su autoridad y poder en estas provincias! Cuando nosotros llegamos, estaba en su casa un hijo suyo, que nos trató con harto agasajo; y con todo, remediamos á su gente mas que á los indios, y porque nos salió todo bien, estabamos muy alegres, dando gracias á Dios de habernos sacado sin peligro de aquel pueblo.
CAPITULO LIII.
Llega el autor al cabo de San Vicente; navega á España, y por vientos contrarios aporta segunda vez al puerto del Espíritu Santo.Desde allí fuimos al pueblecillo de San Vicente, que está á 20 leguas del antecedente. El dia 13 de Julio de 1553 encontramos en su puerto una nave portuguesa, cargada de azucar del Brasil y [p. 57]
58VIAGEalgodon, por Pedro Rosel,[1] factor de Erasmo Schitzen de Amberes, que residia en San Vicente, y la enviaba á Juan Hulsen, morador de Lisboa, de quien tambien era factor.Recibióme con mucho amor y honra Rosel: solicitó que me recibiesen en la nave, rogando á los marineros que me tratasen como á su recomendado: lo cual hicieron fielmente.Once dias mas nos detuvimos en San Vicente, en los cuales nos proveimos de todo lo necesario para la navegacion. Hay desde la Asumpcion á San Vicente en Brasil, 376 leguas, que anduvimos en seis meses.Salimos de San Vicente, dia de San Juan Bautista, de 1553, y á los catorce dias de mar, agitados de continuas borrascas y vientos contrarios, roto el árbol de la nave, ignorando donde estabamos, entramos en el puerto del Espíritu Santo en el Brasil, poblado de cristianos, que con sus hijos y mugeres labran azucar. Hay algodon, grandes y muchos palos del Brasil y otras mercaderias.En este mar, especialmente entre Sancti Espiritus y San Vicente, y mas que en todos, hay grandes ballenas[2] y pescados, tan grandes como ellas, que muchas veces hacen gran daño, porque cuando los marineros pasan en los esquifes de una nave á otra, suelen venir las ballenas como rebaño á pelear entre sí, y vuelcan los navichuelos, pereciendo la gente. Siempre están arrojando agua; y cada vez tanta, como media cuba francesa, porque meten la cabeza debajo del agua y vuelven á sacarla al instante, arrojándola, como se ha dicho. El que no hubiese visto esto nunca, pensaria que navega un monton de peñascos. La gente de esta nave era inicua, pues habiendo llegado á ella nadando Juan Stadio, huyendo de los indios Tupís que le tenian cautivo, no quisieron recibirle por no desazonarlos, y le dejaron en su esclavitud; como refiere él mismo en su Historia del Brasil, lib. 2, cap. 53, fol. 97. Hay tantas ballenas, que el Rey D. Alonso, el VI de Portugal, el año de 1662 tenia arrendado por tres años su pesca en 43,000 cruzados. Vasconcelos, lib. 2, núm. 97, fol. 172.
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